11 October 2013

10 October 2013

Lavado

Aún más dañino que engañar a otros es engañarse a sí mismo.  Muchas acciones están basadas en muy buenas intenciones, pero la esencia misma de ellas carecen de fascinación para uno mismo.  Sin ello no hay pasión; sin pasión, creo yo, no hay un buen trabajo.  La falta de sinceridad y confianza en sí mismo, deriva finalmente en dolor ajeno y propio.

Si lo digo por lo personal, creo que no menos valor tiene en lo profesional.

A medida que pasa el tiempo y habiendo sido parte consciente de lo que podría llamar el movimiento por el Diseño Social (Social Design), veo cómo se prolifera e incluso las corporaciones, que incluso las posiciones menos contestatarias peleaban, limpian su imágen a través de iniciativas basadas en soluciones que aplican diseño social.  Muchas no sólo buscan limpiar su imágen, sino que se han comprometido sinceramente con reparar errores del pasado.  Lo digo basado en el testimonio sincero de Cameron Sinclair, fundador de Architecture for Humanity (www.architectureforhumanity.org), al describirnos su trabajo junto con Nike.  Sí, los que en los 80s y 90s dejaban que niños fabricaran nuestros zapatos.

Ahora, también resulta inevitable ser esceptico, sobretodo a medida que la desigualdad impera y aumenta, ya no sólo en el mundo en desarrollo, sino también en los países más avanzados, por culpa de una visión tan cesgada y de corto plazo de directivos, administradores, servidores públicos y votantes inconscientes o desinteresados.

Qué tiene el diseño social que ver con la desigualdad, las malas políticas corporativas y públicas?  Que puede ser una herramienta para lavar.  Tal y como lo ha sido el argumento de la sostenibilidad en la industria automotriz, que empieza a vender al carro eléctrico como la solución, mientras se siguen apilando toneladas de materiales que no pueden ser devueltos ni a la industria, ni a la tierra.  Ser menos dañino, no es ser beneficioso.

Qué me motiva retomar esto después de tanto tiempo?  Bien, la nueva iniciativa de Coca Cola con los contenedores EKOCENTER, para purificación de agua.

         

Todo esto es positivo, pero espero que no haya que exigirle a The Coca Cola Company que ubiquen un buen número de estos contenedores en la puerta de atrás de cada una de sus plantas, para purificar toda el agua que se pelean con las comunidades a quienes proveen con sus productos.  

10 August 2011

Sed



"Digo, pues, que al no ser la soberanía sino el ejercicio de la voluntad general, no puede nunca enajenarse y que el soberano, que no es más que un ser colectivo, no puede ser representado más que por sí mismo: el poder puede muy bien transmitirse, pero no la voluntad." 

J J Rousseau, El Contrato Social, Libro II, Capítulo I

Por estadística el 10% del agua dulce del planeta es físicamente asequible a la humanidad.  El reto de poner el agua a disposición de 7.000'000.000 de personas (9.000'000.000 en 2050) resulta inconcebible en las condiciones que el mundo se encuentra.  

Fenómenos no tan naturales provocados por el calentamiento global, sumados al relativamente reciente establecimiento del agua como un bien de consumo, suponen obstáculos desproporcionados, pero alegremente superables.  Ambos han sido provocados por nosotros y los modelos de consumo que dominaron el siglo XX, característicos por un antropocentrismo desmedido, que ha ignorado toda conexión de la especie humana con su entorno.  E incluso consigo mismo.

La historia nos da ejemplos de que la creatividad e inteligencia, que nos diferencia de otros seres (pero no por ello nos desconectan), que toda situación generada por nosotros es reversible.  Si se pudo dar vuelta a la Edad Media, se debe poder con todo...  Ahora, creo que la herramienta fundamental para iniciar ese cambio y entender de nuevo nuestra responsabilidad colectiva está en la capacidad de informarnos, entender y actuar.  Es decir, de educarnos. 

El agua se está constituyendo en un recurso cada vez más precioso.  Aunque tengo la absoluta fortuna de no haber pasado más de un minuto con sed, por haber nacido en una ciudad abundante en agua y haberme movido a una muy bien abastecida, me enfrento muy de cerca al reto de diseñar para abastecer con agua a una comunidad.

A medida que me muevo en el proceso de educarme, me espanta saber y confirmar que acceder a un recurso natural fundamental puede facilmente tornarse conflictivo.  Sobretodo cuando nuestras ambiciones superan nuestras necesidades. 

El establecimiento del agua como un bien intercambiable en el mercado, genera exclusividad y deriva en conflictos.  Que la infraestructura necesaria para distribuir agua entre la población es, en teoría, la razón verdadera por la que se puede cobrar el servicio es entendible, pues requiere mantenimiento y equipos técnicos especializados.  Sin embargo, más allá del interés y voluntad generales, es la necesidad natural la que manifiesta abiertamente la importancia vital del agua, situandola al lado del aire puro, el alimento, la salud o la educación.  Por eso la obligación de un estado democrático de defender la voluntad general y asegurar el acceso a agua potable para todos los individuos, prima sobre la privatización de fuentes de agua.  Es una cuestión de soberanía, lógica y vida.

03 August 2011

04 June 2011

En nuestras manos


Atormentado de nuevo por mi pronta intervención e integración en el mundo de la producción en masa y vislumbrando, que la fe perdida por un diseñador en los consumidores es síntoma de una muy grave pero para mí aún inexplicable enfermedad, me encuentro con este artículo, que por este medio comparto y busco hacer mi guía:


Por: JUAN GOSSAÍN / CARTAGENA DE INDIAS | 9:28 p.m. | 06 de Diciembre del 2010/ El Tiempo

El alcatraz que vuela entre mis sueños lleva en su enorme pico una quimera... (Walt Whitman, Hojas de hierba).

Una mañana de mayo pasado, los viejos madrugadores del pueblo de Marytown, perdido en las costas que bordean el sudeste de los Estados Unidos, se levantaron como todos los días a echarles unas migajas de pan a los pájaros marinos que merodean con mansedumbre por los patios y que se han ido convirtiendo en sus amigos.

Lo que vieron los dejó espantados: las gaviotas de cabeza negra, que son tan bellas, también tenían negro el plumaje. Del pico les goteaba una mancha babosa. No podían levantar el vuelo de la arena, con las patas hundidas en una masa de chapapote pastoso, como el asfalto cuando se derrite. Una de las gaviotas miró a la gente pidiendo ayuda.

Según cuentan los testigos, más allá de la playa, cerca del río, tres garzas morenas habían muerto con los ojos despepitados. El guiso espantoso que navegaba corriente abajo, matando todo lo que se le atravesara, era la mezcolanza de petróleo crudo de la empresa British, que cayó pocos días antes a las aguas del Golfo de México.

A esa misma hora los alcatraces de la bahía de Santa Marta, al norte de Colombia, desayunaban su ración cotidiana de buñuelos de carbón. El periodista Antonio José Caballero, grabadora en mano, esperaba en la playa el regreso de los pescadores que habían salido a trabajar temprano.

Mientras aguardaba, la cámara de su teléfono celular retrató la pala enorme de un barco carbonero que arrojaba al mar el polvo negro que sobró en las bodegas.

A esa misma hora, en las playas legendarias de Juanchaco y Ladrilleros, cerca de Buenaventura, los lancheros de cabotaje que llevan carga y pasajeros por los pueblos que se arraciman en las orillas del Pacífico limpiaban sus motores preparándose para un nuevo día de trabajo. Como si fuera la cosa más natural del mundo, arrojaban al mar el contenido de unos tanques repletos de residuos de gasolina, queroseno y diésel. Un langostino magnífico, que medía un jeme, iniciaba el día tomándose su primera taza de combustible. Cuando vi la fotografía en El País de Cali me dieron ganas de echarme a llorar.

A esa misma hora, en la zona industrial de Cartagena de Indias, abierta sobre la bahía del Caribe resplandeciente, los trabajadores de una compañía empacadora se sentaron a desayunar en los comedores de su empresa. En ese momento volvieron a ver, como venía sucediendo en las mañanas más recientes, que una nata de tizne cubría la superficie del café con leche, y que una mermelada negra, tan semejante al betún de limpiar zapatos, se había pegado al pan y al queso blanco.

Entonces, no aguantaron más. Se levantaron todos, sin que nadie los hubiera convocado, y comenzaron a golpear los platos contra los mesones. La algarabía se oyó en media ciudad. Las autoridades ambientales ordenaron el cierre de un muelle vecino, que se dedica a cargar carbón a cielo raso, sin mayores precauciones ni cuidados, sin tubos cerrados ni conductores protegidos. Seis días después el muelle fue reabierto.

A esa misma hora, en la región acuática de La Mojana, que cubre un gigantesco territorio húmedo de los departamentos de Bolívar, Sucre y Antioquia, bajaban resoplando los ríos Cauca y san Jorge, que se desbordan en caños y ciénagas. El apóstol Ordóñez Sampayo, que se ha gastado la vida defendiendo de la contaminación a campesinos, cosechas y animales, apareció en la plaza de Guaranda con el dictamen médico en la mano: los doctores certificaban que los tres niños que nacieron deformes tenían mercurio en el sistema sanguíneo.
El terrible mal de Minata, como lo saben los japoneses, porque las empresas en cualquier parte del mundo, en Tokio o en Majagual, arrojan porquerías químicas a las corrientes, y primero se pudren las aguas, y después nacen degenerados los peces y los camarones, y después nacen sin ojos los niños cuyas madres, en aquellos caseríos extraviados de la mano de Dios, consumen esa agua y esos pescados.

En las cabeceras de ambos ríos, las compañías mineras, que buscan oro entre la tierra, hacen sus excavaciones con un sancocho de mercurio y ácidos. Arroyos y acequias se llevan el mazacote. Los bocachicos mueren con la boca abierta en los playones. Las espigas de arroz no volvieron a crecer.
En medio del desastre causado por las inundaciones, y como si fuera poco, las yucas harinosas de antes florecen ahora con un hongo químico a manera de cresta. El hambre campea entre los pocos ranchos que no se ha llevado el invierno. Las emanaciones de las lagunas huelen a lo mismo que huele un laboratorio de detergentes.

Hay que decir, también, que los empresarios mineros se defienden diciendo que Ordóñez Sampayo está loco. Claro que está loco: ningún hombre cuerdo expone su pellejo ni dedica su vida entera a defender a un ruiseñor, una mojarra, un plátano pintón, una mazorca de maíz o a una mujer embarazada que carga un fenómeno en el vientre.

Epílogo
Aquella mañana, cuando los pescadores de Santa Marta regresaron a la playa, el periodista Caballero los acompañó en su tarea de descamar y abrirles el buche a los escasos pescados que traían.

-¿Qué es eso? -preguntó, intrigado, al ver unas bolas negras en el estómago de un bagre.

-Carbón, amigo -le contestó uno de ellos, levantando el animal-. Pelotas de carbón. Eso es lo que comen ahora.

Caballero tomó más fotografías y se las llevó a algunos funcionarios de la industria carbonera.

-No se preocupe -le contestó el gerente-. Vamos a construir un nuevo muelle de última generación.

-No lo dudo -dijo el reportero, con una mueca de dolor que parecía sonrisa-. No lo dudo: será la última generación.

El día que Caballero me contó esa historia, y me enseñó sus fotografías, ya no sentí ganas de echarme a llorar, como la vez aquella del langostino bañado en combustible. Lo que sentí ahora fue rabia. Cuando ya no quede una sola hoja de acacia, cuando el último pulpo haya muerto atragantado con ácido sulfúrico y cuando nuestros nietos nazcan con un tumor de carbón endurecido en la barriga, entonces será demasiado tarde. Dispondremos de computadores infrarrojos de última generación, pero ya no habrá agua para beber; los celulares de rayos láser se podrán comprar en las boticas, pero el sol no volverá a salir; los niños encontrarán el algoritmo de 28 a la quinta potencia con solo cerrar los ojos, pero dentro de 20 años no sabrán de qué color era una golondrina.

Los invito a todos a ponerse de pie antes de que se marchite el último pétalo. Usen el arma prodigiosa del Internet para protestar. Hagan oír su voz. Que el correo electrónico de los colombianos sirva para algo más que mandar chistes y felicitaciones de cumpleaños. Porque, si seguimos así, el día menos pensado no quedará nadie que cumpla años. Ni quién envíe felicitaciones.

JUAN GOSSAÍN

17 February 2011

Sostenibilidad

Un término tan actual y en boga, casi de moda, me resulta familiar y asimilable unicamente cuando lo vivo.

Por diversas circunstancias decisivas para mi carrera, tuve la oportunidad de visitar una bodega de producción, en la que se fabrican piezas plásticas moldeadas por inyección. Mientras 16 a 18 máquinas trabajaban, entre 5 ó 6 personas se encargaban de inspeccionar el trabajo, medir piezas, hacer pruebas de calidad, recolectar, ensamblar, empacar, etc. Sus circunstancias y condiciones de trabajo están, por fortuna, supeditadas al confort que les ofrece trabajar en un país super-desarrollado.

Haberme enfrentado por vez primera a la imagen de alguien ajeno a mí, dedicando su tiempo a la materialización en masa de algo que yo he diseñado, me conmueve. Y más, cuando sus intenciones son tan nobles como hacer un sueldo para una vida digna, no para subir las ventas de quien le emplea.

Esa imágen evocó de inmediato la definición que el último jefe* de Talia le dió a la sostenibilidad. El pensar que alguien puede hacer su sueldo para sostener una vida digna por invertir su trabajo en lo que yo haya creado, es tan sencillo y a la vez poderoso, que no puede menos que hacerme sentir profundamente humilde y agradecido ante quien dedica su tiempo a mi trabajo. Es a la vez, un argumento más a favor de la responsabilidad y belleza en este oficio. Así mismo esta visión me lleva a creer que no me equivoco cuando pienso a la sociedad como un organismo, dependiente de cada uno de sus miembros, quienes inevitablemente están en interacción unos con otros.

Nada se queda sin consecuencias y por ello recuerdo a un célebre arquitecto contemporáneo**, aturdido por la idea de que nada más sostenible para el planeta, que no crear. El contexto de su afirmación no tenía que ver con el trabajo de las personas, sino el inevitable impacto de nuestras acciones y creaciones en el medio ambiente; pero creo que salta a la vista la contrariedad de ambos casos, pues para nuestro ambiente humano no habría nada menos sostenible que no crear.

El futuro prepara retos cada vez más complejos; bajo qué condiciones habré de enfrentarlos y qué compromisos y responsabilidades seré capaz de asumir, espero poderlo resolver en el correr de una carrera que quiero se base en la humildad y empatía en sus más amplios términos.

* Michael Young
** Joshua Prince-Ramus

01 August 2010

Now what?

Once again I return to Vienna, after I left it needing a change, to get a glimpse of the outer world and to live what I wanted to. Since long time ago I was determined to leave this country for a while, because I knew most of the world does not work like it does here and I needed to find myself in a less "civilized" environment. Mind and soul were longing for change, and change I got. I think it has been for good, I hope time will prove I was not wrong.

Although I feel happy about being here again, and I am starting working on my dream with this wonderful partner (Talia Radford), and things are looking more promising than what I wished to myself, the feeling of selfishness and unawareness that invaded me after seeing India and the conditions people are unfairly submitted to, is present and reminding me that, although I do not feel I have a responsibility towards anyone, I do think my job, my time and even the fun I have when working on design can be dedicated to do good.

Although things might be relative (http://www.designobserver.com/changeobserver/entry.html?entry=14498), there are universal values, that I wish I could be able to materialize through what I do. I do not think humanitarian design is the solution, but its awakening and empowerment to make people aware that what they produce is not related to a profession, but to an action and thought, is invaluable if we attempt to increase the quality of life of everyone.

Humbly I want to base my concepts, and products on universal values that attempt to responsibly intercede in the material culture of everyone, empowering and awaking people to return them their life in their hands.

(Inspired by: http://www.elpais.com/especial/los-agujeros-negros-del-planeta/bangladesh.html)

23 March 2010

The Indian Way - November

Cultural Clash
Discovering
Integrating
Living

With these four words I resume my first month in India.

Chennai, a very hostile city, welcomes foreigners with wonderful weather, unbearable noise, surprisingly good food, lots of garbage, and an amount of sensations mostly best resumable and addressable through pictures. However, my poor photography talent and even worst photogenic pattern force me to try it with some sort of eloquence.

Known as "Gateway to South India", Chennai is the capital of the southern state Tamil Nadu. The whole urban agglomerate bears (after knowing India better, I decided to use a friendlier verb) a population of 6,560,242 inhabitants and all the consequences of the bad side of the Indian Way, reflected in illogic infrastructural solutions and India's most inhuman side.

The awareness I have gained through my career and the importance the two cities I previously lived gave to people, display an unspeakable contrast with Chennai.

Spime Technologies

Spime delivers software solutions through applications for mobile devices (mobile phones, netbooks) or stationary devices (laptops, PCs). The company is mostly populated by IT-Engineers with low knowledge but high awareness about user interface design. However, without a designer building bridges between both the company, the engineers, the users, and the customers, the applications are obviously incomplete. The designer has the goal of proposing solutions that interconnect the requirements of all actors and does it in the form of appealing interfaces, that should be innovative, natural and surprising.

Amazing are the liberty the designer enjoys here, the capacity to decide, and the possibility to experiment; therefore he/she bears a responsibility incomparable with other jobs rookies might get at their first attempt. It is also risky, but it shows will to innovate and differentiate.

Spime represents not only an invaluable labour experience; it is also a personal challenge that promotes cultural interaction and understanding.

21 March 2010

The Indian Way



It is how I describe the flow every single thing follows in India. Eat, work, speak, drive, play, travel. Simply every possible action falls here in, because here everything is done as they like.

It is a way I have known and spontaneously learnt to love through interacting, living, working, playing, eating, speaking, driving (or attempting to) or traveling in Chennai, in Tamil Nadu.

Through it I have created an unbreakable bond to the country that will enable humanity to see if we succeed in our mission to save the planet or we let it fall.

By witnessing the Indian way I can not say if the goal will be achieved or not, but I am certain that the fairest the West can do is turn our heads to this amazing country and its even more amazing people, tend our hands and efforts towards them, and, with humility and open-minds, help them to understand what India knows but too slowly is getting aware of: that the future is here and now.